Daño mental. Vaquero
Estaba el vaquero dando pasos tambaleantes sobre el tren bala que se dirigía a Reykjavík. Las espuelas no dejaban de bailar, el bigote no le soltaba las mejillas; el sombrero fue el único al que la libertad y los 600 kilómetros por hora se llevaron.
—Hay una serpiente en mi bota—se quejó el vaquero.
La frase se unió al sombrero en la perdición y soledad del campo árido que las vías férreas dividían.
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