— Buenos días.
— *murmuros ininteligibles*
— ¡Buenos días, solecito!
— Ah, ¿qué?
— Mira. Te traje el desayuno.
— Ah, sí. Claro. Buenos días.
— ¿Ah, no?
— ¿Qué?
— *le vacía todo el refrigerador en la cama*
Somos quienes escriben cuando no nos ven.
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