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Divagación iii

Al centrarme en mis notas, ella comienza a canturrear y mecerse sutilmente. Luego posa su mejilla en una mano y mira distraída. Pasa del sillón donde se sentaba al suelo; allí, así, se abraza las rodillas, como suele hacerlo ahora en febrero. 

Trae puesta una chamarra, a pesar del clima cálido. Quién sabe por qué. Mas le sienta bien. Su cabello cae sobre sus hombros, le envuelve. Se cuela un viento frío, quizá desde una ventana abierta. Ella se abraza más fuerte. Castañean sus dientes. Recarga la barbilla en sus rodillas. Abre los ojos, sorprendida, observa a su alrededor y escribe. Traza firme y oculta sus letras.

¿Que cómo se llama? No sé cómo se llama. Podría acercarme a preguntar. Se pone de pie. Avanza rápido, como el viento. Se desliza. Choca con un chico. Ambos se disculpan. ¿Por qué no la mira? Yo la miro. Se aleja tras el pasillo, vuela. Las manos las mantiene en los bolsillos.

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