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Mostrando las entradas de 2014

Divagación 23:41

Entonces llegó un policía barrigón, parecido a otro con el que había divagado antes, a decir algo ininteligible, mas con ese enfado en el rostro qué ganas me iban a entrar de pronunciar disculpe ¿qué dijo? Bah, caminé a la salida. La exposición terminaba con maletas recuperadas de antiguas estaciones y pensé en la increíble desventura y fortuna de quienes fueron los propietarios de éstas. Me vino a la mente la imagen de los afligidos viajeros que nunca encontraron su equipaje, que ni idea hubieran tenido que un común divagador poco más o poco menos de 50 años después del extravío las estaría observando riéndose por la nariz porque fantasear con gritarle a Lupe (quién sabe por qué alguien con ese nombre perdió la valija con la que viajaba hace medio siglo) que la petaca de doña Chana fue a dar al museo le causa gracia.

¿Por qué soñamos?

¿Por qué tenemos que soñar cada vez que nos vamos a dormir, si cuando uno sueña es cuando el cerebro empieza a trabajar más? Pero yo no sueño nada, simplemente se despeja mi mente y me pongo en blanco. Algunas veces sueño cosas locas que rara vez logran hacerse realidad y es lo que más me aterra. Las ocasiones que sueño mi mente crea cosas... Sueño que muero o que las personas que quiero se mueren por mi culpa o por una tontería mía y temo que llegue a pasar eso. Cuando llego a morir en uno de mis sueños siento cómo se acelera mi corazón. Llega el momento y siento que se empieza a detener lentamente hasta dejar de latir por un instante, pero de nuevo empieza a latir como si reviviera y esos sueños son los que me hacen preguntarme: ¿qué pasa cuando estamos muertos y nos vamos de este planeta? ¿Qué hacemos ahora? La verdad me intriga saber qué se siente morir pero a la vez surgen más preguntas que no puedo responderme y al final digo que sólo fue un sueño todo.

Una carta para un extraño

¿Otra vez tú? Bueno, hola, ya sabes quién soy ¿no? Por si no me voy a presentar: Soy una persona callada, muy cerrada, pero a la vez creativo. Me gusta ser libre en mi cabeza con mis pensamientos pero esa es mi gran debilidad. Te preguntarás por qué es así. Es mi flaqueza porque cada que no hago nada surge una voz que empieza a hacerme una plática. Ésta llega a deprimirme o a veces sacarme del aburrimiento. Pensando en qué carajos voy a hacer mañana: si algo productivo o solo estar en la cama escuchando Gary Jules, hablando al aire y reflexionando en lo que hago, pero, cuando no esta la voz, me siento solo, sin compañía alguna.

Algo...

Carlos Arturo, 15 años, sentado enfrente de un monitor sin saber que hacer, solo puede escribir y escribir. Carlos tiene una vida que nunca quiso, ni siquiera decidió existir, pero aquí está, escribiendo esta entrada. Bueno... quién soy se preguntarán. Soy un joven que se llama Carlos, como dije al inicio, quince años de vida, y la verdad no tengo ningún recuerdo de mi puta infancia, ni siquiera puedo recordar lo que hice el año pasado, además de estar en la escuela como un esclavo. Solo tengo pequeños recuerdos, pero malos. ¿Tengo o tenía propósitos? Algunos, sí.

Vigésima quinta entrada

Journey to the Moon Los pinos van veloces evadiendo el autobús en el que voy. Me dan ganas de ser uno de ellos: viviendo en penumbra con mis iguales, alimentado del Sol y la tierra, amado por el musgo. Sin embargo, cumpliendo esa fantasía, otras se tirarían al abismo. Aparto la vista de la ventana, de los árboles y busco algo interesante para contártelo cuando llegue. Mi compañero duerme y, recargando la cabeza en el asiento, tiene la boca abierta. Media hora atrás me dijo: « Au revoir, nos vemos allá», se puso los auriculares y cerró los ojos. Río con la nariz para no despertarle. Los lugares del otro lado del pasillo están vacíos y no tengo ganas de levantarme y mirar hacia atrás. 

Divagación 21:01

¿Será una mañana inolvidable, como todas las que pasan en un parque? No sé, pero de todos mis delirios y mis cuentos, solo el tuyo ha mejorado el argumento. Y ahora me escondo, te observo y te puedo decir: «Yo mataré monstruos por ti, solo tienes que avisar».

La Vida

¿Qué hacemos aquí? ¿Qué estamos haciendo en este planeta? La verdad no sé por qué carajo existo. A veces me pregunto si soy un error. Y yo creo que sí. No sé qué estoy haciendo aquí, no puedo hacer algo bien... bueno, algo de utilidad. Sólo sé hacer origami y qué, para qué: me entretiene. Me dicen que lo venda para tener dinero, pero no me gusta. Mas regalarlo sí; siento que es muy fácil de hacer para que lo venda.

Divagación 22:56

Divago y apareces. ¿Por qué lo haces? ¿De dónde carajo saliste? Te veo navegar el cielo. Avanzas mostrando esos ojos que se ven hasta aquí, en el parque. Compro un boleto, o más, sí, mejor más, para alcanzarte, porque estoy harto de tu voz y baile distante. Y esta sonrisa no es tan habitual.

Vigésima cuarta entrada

¿Dónde están esas entradas llenas de peces y carnada viva? A esa poesía de domingo en la mañana se le busca, donde había pantuflas y pijamas, donde se volaba y declamaba, donde estaban él y ella. Algunas veces, bueno, no tantas, parece que ésta se meterá en mi cama apretujándose con las futuras mixtapes, hijas de la tristeza que le ponías al azul y el fantasma que creé para reemplazarte, quienes los jueves van a bailar a todas las fiestas a las que no me acompañaste, una y otra vez. Tengo que confesar que no sé cómo decirles que se quedarán así, como las listas de reproducción que son, sin crecer, andando en círculos, hablando del día en que nació la primera de ellas; que no vas a regresar. Que como yo a veces sueño nadie ha soñado contigo Que como te echo de menos no hay en el mundo un castigo  

Millones de personas pero solo

Sentado en esta maldita mesa ser apreciado es mi presa Me estresa Que gente buena no reciba atención  y que un estúpido haga la gran presentación  Convivir con gente que tiene una gran relación  pero por dentro sabes que es sólo una distracción Que tu peor enemigo es la timidez Por cada estupidez recibes siempre algún revés  Quisiera tener memoria de pez Para olvidar que estuviste alguna vez 

Perdido en la oscuridad

Quiero decirte que tú eres mi linterna en la oscuridad Que sin ti me pierdo en la inmensidad  Eres la única que me da una felicidad de calidad Y tienes una cualidad que con tu presencia tengo la velocidad de volar hasta el continente oriental Tu amor es tan grande como el amor que tengo yo por ti Porque no puedo pensar en mí sin primero pensar en ti Eres mi anhelo  mi tesoro  más preciado Ya no puedo vivir sin ti a mi lado Y cuando no estás me siento encarcelado Perdón por ser empalagoso  Pero cuando dejo de sentir tu olor me vuelvo amargoso.

Mirrors

Parece que la lluvia ha cesado. No me he tomado la molestia ni de buscar un refugio durante la tormenta, pero veo que otros lo han hecho: corriendo a esconderse, con miedo a que su ropa se moje y terminen con algún resfriado. Me levanto lentamente y empapado de la banqueta a seguir la calle por donde caminaba antes de que la naturaleza comenzara su espectáculo. Sin lugar a duda, no me perdería una de sus funciones. Y menos mal que ha dejado un poco de vapor por su camino; ha sido la cereza del pastel.

Divagación 19:58

Formas mexicanas de morir «buenas o malas» Volar un papalote, cruzar la calle y ser atropellado: Buena. Tragar el mega tazo que te faltaba que venía en las papas: Mala. Ataque al corazón por ganar la lotería: Mala. Por perderla, otra vez: Mala. Achicharrado en tu casa porque los frijoles iniciaron el incendio: Mala. Viendo un video en Youtube, en vez de hacer tarea: Buena, quizá. Esperando las palomitas a dos centímetros del microondas: Buena. En un baño portátil devorando ocho pizzas y dieciséis Dorilocos: Buena.  Intoxicado por los gases emitidos  por el sujeto anterior: Mala. Caer a una coladera sin tapar por ir de prisa a un examen: Mala.  Electrocutado por el árbol de Navidad: Buena.  Agradecimientos especiales a Vania por la colaboración en esta entrada. Inspirada en Un beso a la catrina  

Vigésima tercera entrada

Tarde de estrellas Llego agotada por el calor horrible. Me trago la sopa que quema, pero llevo prisa. Armario abierto de golpe, le arranco el vestido de flores, los zapatos que combinan. O sólo uno. ¡Mierda! Maldito desastre que soy, desastre que llega tarde. Ah, debajo de la cama. Chamarra, bolsa, sonrisa que sirva de excusa. Me voy. Carretera, atajo, casa.

Divagación 10:58

Daño mental. Cereza. La cereza sentía el frío de invierno. Pero era el mes que le sigue a septiembre. Vestía el gorro gris de lana, las orejeras que imitaban a unas de conejo, la bufanda con jirafas bailando tejidas a mano y los guantes que combinaban con el color de su piel. La desdichada también traía encima una chamarra, que si fuera 1950, la pequeña fruta se podría hacer pasar por una marinera, y un pantalón verde pasto. Los pies desnudos afligían a la cereza. ¿Dónde carajo había dejado las calcetas y las botas?

Divagación 10:59

Daño mental. Vaquero Estaba el vaquero dando pasos tambaleantes sobre el tren bala que se dirigía a Reykjavík. Las espuelas no dejaban de bailar, el bigote no le soltaba las mejillas; el sombrero fue el único al que la libertad y los 600 kilómetros por hora se llevaron. — Hay una serpiente en mi bota — se quejó el vaquero. La frase se unió al sombrero en la perdición y soledad del campo árido que las vías férreas dividían.

Divagación 13:07

De día soy jueves, pero de noche me convierto en domingo De día soy jueves, pero de noche me convierto en domingo. Mas ser jueves es consecuencia de haber sido domingo la noche anterior. Cómo no voy a estar intratable si despierto aún sintiendo ese horrible no sé qué de extrañar todo lo que dejé atrás. Despierto tarareando la primera canción que me viene a la cabeza. La conozco, quién sabe de dónde. De cualquier manera me saca una pequeña sonrisa.

Divagación 10:55

«No abras los ojos. No, Marina, ni se te ocurra». Intento calmar mi respiración. Estoy acostada boca arriba sobre la cama. El edredón ya no me cubre el cuerpo, seguro lo habré pateado mientras corría para escapar. Corrección: mientras soñaba que corría para escapar.

Scarecrow

"La curiosidad mata al gato". Me lo he estado repitiendo bastante desde aquel día. Ese mismo día donde me di cuenta que no había más remedio sino esperar sentado en la banca de un jardín que florecerá tarde o temprano. —Dios, ojalá esté aquí cuando el jardín florezca. Imagina cuántos frutos puede dar, y su variedad...—me lo digo mientras suspiro e imagino su paisaje lleno de colores. Como un arcoiris de dulzura y amargura de los frutos que brotarán. Quizá, sólo quizá, deba dejar toda la fantasía y poner los pies en la tierra. Sería saludable, o sólo parecería saludable. No puedo dejar de pensar en todo y en nada estando sentado en el marco de esta ventana.

Vigésima segunda entrada

Día y sonrisa Martes. Otro día más. O no. Por más que quiera creerme ese cuento sé que no será así, en especial entre él y yo. Por alguna extraña razón, mi sonrisa nocturna no ha desaparecido.  Mi horario se alarga hasta tarde, pero tengo un rato libre para comer. Cuando es tiempo, salgo del edificio y lo veo, allí está, otra vez, escondido detrás de una columna. Sé que me espera porque sólo ve la puerta y busca entre la gente. Respiro y camino sonriendo hacia él. La sonrisa en su rostro también aparece.

Divagación 21:44

Hundiéndome en el cemento tengo a la vista el manzano. O lo que era de éste porque estalla. Qué carajo. Los árboles no hacen eso. Un dedo gigante sale de entre las nubes y me pica la espalda. Al ser tan grande está por hacer que mi cara se embarre en el suelo. Estúpido dedo, quítate de encima. Como apareció se larga a chingar a otro lado, quizá a su madre.

Vigésima primera entrada

Juego de niños Hoy fue a verme a la salida, así como en días anteriores. No corrí a besarle. Di un suspiro antes de caminar sin ganas hacia él. Saqué el celular usándolo de pretexto para evitarlo. Tan yo. Él estaba de pie viéndome, tan serio, que yo quería llorar y correr a sus brazos. Sentimientos encontrados en cinco segundos. No quería verlo. No quería llorar mares. —Hola. —Hola.

Vigésima entrada

Romper Oh, esa canción, empieza tan suave como cuando empiezo a escribir. Estoy frente al espejo viendo mi cara roja y mis pestañas empapadas. —Resígnate, acéptalo, ya jamás volverá— le grito a mi reflejo, a ese reflejo débil y perdido en un mar de sentimientos, momentos y canciones.

Divagación 16:10

Bajando del colectivo crucé la calle y entré a la tienda de autoservicio. Voltee a la derecha y, sin esperármelo, vi su nombre impreso en la lata de refresco. Al tomarla del estante, aún más inesperado,  Monitor estaba sonando. La música provenía de no sé dónde, pero sonaba y yo tenía la lata en mi mano. Y sonreí. 

Décima novena entrada

Escaleras Después de pasar por el torniquete me coloco los audífonos y saco mi iPod para reproducir la playlist  que me hace pensar en ti. Camino con las manos en las bolsas de la chamarra. Veo algunas personas de reojo. La verdad no les pongo atención, sin embargo, si no anduvieran por ahí, el frío que siento en las orejas me las arrancaría. " ... los dos conectan bien. Quizás en otra vida fueron un mismo ser ". Llego a una intersección y doy vuelta a la derecha, avanzo varios pasos y a la izquierda hay unas escaleras. Me gustan esas escaleras. A veces, cuando pasan muchas personas por ahí, me siento como si estuviera en el transporte público. En las mañanas voy para arriba. Comienzo a ascender.

Décima octava entrada

—Me gustan los días lluviosos, pero no me gusta la lluvia. —Entonces te refieres a los días nublados. —No. Me encantan esos momentos antes de que comience a llover. Es como si el aire se emocionara y el pasto se pusiera ansioso, como si todo el lugar esperara esa primera gota que rompe con la tensión, pero con la segunda parece menos impresionante y así con las siguientes. No sé, me mata.

Décima séptima entrada

Es domingo por la noche y me siento de la chingada. Mañana por la mañana no voy a ir al salón 14 y no va a estar esperándome en el pasillo asomado por el barandal viendo a quienes pasan o buscando a alguien, no lo sé. Mañana es lunes y no voy a compartir un audífono con él para escuchar y cantar Love of Lesbian, Torreblanca, Miss Caffeina, Little Jesus o cualquier grupo que nos ponga nostálgicos, de esa nostalgia diferente, la nostalgia de los dos, en la que nos acompañamos, con la que nos sentimos bien.

Décima sexta entrada

Morado  Él sentado, aburrido hasta la madre, el sol dándole de lleno en la cara. Con el entrecejo fruncido, Santiago sólo quiere salir de ahí. Por si fuera poco, también está frustrado su intento de ver el espectáculo. No es que muera de ganas de verlo, pero quiere distraerse, traer su mente de regreso a la cabeza, dejar de mirar las sillas vacías. Excelente máscara la que le proporciona su aparente enfado, no atrae a nadie con las preguntas de toda la semana: «¿Qué tienes? ¿Qué te pasa? ¿Por qué la cara larga? ¿Dónde dejaste la sonrisa?». Ninguna persona le pregunta a otra por qué está enojada. O sí. Quizás esta vez no.

Divagación 23:12

Ahora que estoy de nuevo en medio de la soledad el futuro parece más inalcanzable que nunca. Nada me podría hacer sentir mejor que tu antigua presencia, la antigua presencia que solía tranquilizarme siempre, pero murió con ese no sé qué tuyo que me encantaba tanto y me di cuenta de eso hasta que la cantidad de moscas atraídas por la putrefacción no podían ser ignoradas más.

Décima quinta entrada

Alas Sentados sobre el desnivel de la carretera que lleva al aeropuerto están los dos, él viendo los autos pasar y contando los rojos, ella mirando las nubes. —Oye. —Dime. —Las nubes no son de algodón.—dice ella provocando que él pierda la cuenta y la mire a los ojos.—Hace mucho frío allá.

Divagación 08:46

No sé si me estaban temblando los ojos o toda la cabeza. Me sentía como si estuviera en esa película del efecto mariposa, como si estuviera a punto de viajar en el tiempo y encontrarme con una versión más joven de las personas que conozco para modificar un acontecimiento importante y así revolver mi presente.

Décima cuarta entrada

2:20  Él de pantuflas, ella de pijama, a las cinco de la tarde. Tomados de la mano van a la cocina de paredes anaranjadas con verduras desagradables haciendo juego con lo nublado del cielo. Todo es un desastre, hot-cakes de hace cuatro días medio escondidos en una bolsa, la pila de trastes rebasa el lavadero en un equilibrio casi tan peligroso como de acróbata a treinta metros de altura, infomerciales escuchándose a lo lejos. Esculca ella la alacena en busca de más comida chatarra, encuentra palomitas con mantequilla para microondas.

Décima tercer entrada

Oh, mañanas lluviosas en domingo que fueron hechas para despertar empiernados, con la sensación extraña de confusión porque la luz que se filtra por las gruesas cortinas simula ser de tarde. Así por todo el día, el tiempo es pesado y viscoso, la gravedad hace mejor su trabajo, sobre todo en las caras, que las alarga como perro bulldog. Todos babean y bizquean. Qué mejor para acompañar estas mañanas que café en termo, calcetines gruesos de dinosaurios morados, los lunares de su rostro, sus labios húmedos y perfectos; capítulos perdidos de caricaturas infantiles desprovistas de sonido, auriculares, rock indie. 

Divagación 09:42

Hielo. Frío. Puedo pensar en eso y me da menos calor. Estúpido salón pequeño. Es desalentador estar con mucha gente sentada, con un profesor en su pizarrón y su tiza. Parece una eternidad cuatro horas así, aunque he escuchado de peores situaciones, mi perspectiva es ésta.

Divagación 13:45

Ese olor de su cabello por la mañana me mata. Despertar sin quejarme sólo para llegar a ese momento donde nos abrazamos y su cabeza descansa en mi pecho. En serio, por muy poco que duerma no me vence el sueño antes del amanecer porque sé que voy a verla, sentirla cerca y, con un poco de suerte, besarla. "Llegué antes" me dice.

Duodécima entrada

Colchón viejo y firme, incómodo como ningún otro, te odio. Te odio por tu terquedad que lastima mi descanso, lo vuelves tan insoportable que todas las noches añoro cualquier habitación de hotel con almohadas de malvavisco. Eres despreciable, completamente despreciable. Te esculpo, insulto, pateo, pellizco, me pedorreo sobre ti y no lo notas; sigues tan indiferente reposando sobre tu base de madera que me das asco. ¡Ódiame como yo a ti!

Décima entrada

Recuerdo cuando comencé a observarla más cerca, a aprenderme sus gestos, a buscarle pecas o lunares en su rostro, a adorar sus vívidos pómulos, noté esa división curiosa entre sus labios y la piel que los rodea. Sus labios cautivan, sus hermosos y suaves labios. Oh, hace ya más de una semana no los tengo cerca exhalando cariño. Me hace sentir desgraciado.

Novena entrada

Esa sensación nerviosa está presente. Es común tenerla por aquí pero nunca costumbre, rutinaria o aburrida. Mis brazos me pesan más de lo normal y mis manos realizan movimientos torpes. Mis piernas son más ligeras y mis pies se enredan entre ellos como audífonos dentro de mi bolsillo. Sé que estás cerca y me siento tonto, débil, vulnerable. Mientras te espero me concentro en ese momento en que me haces falta para que lo aplastes con tu presencia en unos minutos. Te necesito y lo siento recorrer mis entrañas, mi mente, mis sentimientos. Me repito que falta poco al mismo tiempo que mi mirada se pierde viendo, no observando, mis oídos divagan oyendo, no escuchando, mi olfato se tapa, no oliendo, mi boca se seca deshidratada, sin tus labios, mi tacto congelado se anima a sí mismo, está solo.

Octava entrada

Caminar. Si se hace de manera correcta, tranquilamente, con sutileza, es un equilibrio perfecto.Vista al frente, cabeza erguida. Espalda recta, brazos balanceados. Pecho levantado, respiración controlada. El movimiento coordinado de las piernas mantiene las nalgas firmes. Me hace sentir imponente.

Séptima entrada

Está borroso. Tengo la boca abierta y babeo sangre, mi nariz ahora está en un ángulo extraño y mi ojo derecho está entrecerrado debido al moratón en mi pómulo. Mi cabeza descansa del lado izquierdo y sigo noqueado, me esfuerzo por ordenar mi cerebro para que mueva mis extremidades y no se rinda, pero no puedo. No habría pasado nada de esto si él no me hubiera provocado, o el universo no estuviera conspirando contra mí metiéndome dudas existenciales en la cabeza, haciendo que me alejara de todos y a la vez todos de mí.

Sexta entrada

Ventana enmohecida Despierto y no sé dónde me encuentro. Tampoco sé cómo llegué aquí. Lo último que recuerdo es... en vano, ninguna imagen viene a mi mente. Evalúo el lugar, está desprovisto de muebles y color, no es más grande que la habitación donde solía pasar mis tardes vacías. De alguna manera el lugar me trae cierta tranquilidad. Ya no recuerdo nada, me tiene sin cuidado lo que podría pasar en mi ausencia. Tal vez en algún lugar alguien añora mi compañía, contempla una silla imaginando mi presencia, mira sin mirar porque me invoca con la mente. O no.

Quinta entrada

Era viernes. Y aclaro desde ahorita que me disgusta que sea viernes, no quiero que llegue ese día. Que sea viernes significa que no la veré por lo menos por dos días. Enfermo por dos días. Falto de ese no sé qué suyo por dos días. El no sé qué que respiro y me hace sentir excelente. El no sé qué que observo y deseo contemplarlo por horas. El no sé qué suyo que me encanta. Como decía, era viernes y se sentía un aire diferente, tal vez aire primaveral, no lo sé. El ambiente encajaba perfectamente con su presencia, nuestra compañía, mis miradas, sus sonrisas. Juegos de enamorados en viernes.

Tercera entrada

Su presencia hace el aire más ligero, más fácil de respirar. Su compañía tensa y destensa todos mis nervios al mismo tiempo, hace mi cuerpo reventar y retraerse al mismo tiempo. Su aliento arrulla mis latidos al abrazarme y asfixia mi debilidad, la esfuma. Su mirada alegra mis pensamientos y disipa mis dudas, huyen despavoridas porque no hay motivo por el que tengan que existir, se lanzan de todos los puentes del mundo.

Segunda entrada

Él es diferente. No lo conozco del todo pero sé que hay algo, una fuerza interior que podría aplastar montañas. Sólo necesita ser más valiente como para cargar con tal responsabilidad, si no él va a ser aplastado. Es alto y de mirada serena, está un poco encorvado y usa un aparto dental. Conoce bastante de música y es su pasatiempo favorito acompañar sus tardes con ésta. Quiere estudiar ingeniería, cambiar la vida de los discapacitados, crear la primera nariz artificial.

Primera entrada

Ella es extraordinaria. Siento la dopamina correr por todo mi ser al pensar y estar con ella. Ha sido bastante complicado. Pedos mentales por aquí, pedos mentales por allá. Prefiero que se olvide todo eso. El ahorita es lo importante. Sus miradas y abrazos son lo importante. Sus canciones y sonrisas nerviosas son lo que cuenta.