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Segunda entrada

Él es diferente. No lo conozco del todo pero sé que hay algo, una fuerza interior que podría aplastar montañas. Sólo necesita ser más valiente como para cargar con tal responsabilidad, si no él va a ser aplastado. Es alto y de mirada serena, está un poco encorvado y usa un aparto dental. Conoce bastante de música y es su pasatiempo favorito acompañar sus tardes con ésta. Quiere estudiar ingeniería, cambiar la vida de los discapacitados, crear la primera nariz artificial.

Tiene pedos mentales, con creces mayores que los míos. ¿Qué tanto puede pasar un niño para que sea así?¿Y qué fuerza lo motiva a seguir? A levantarse de la cama, a ducharse y vestirse, a tomar el camión a la escuela para estar sentado en un salón donde nadie lo comprende y es indiferente a su pesar. Tiene amigos, lo apoyarían en todo, pero es tímido, no comparte su carga con ellos.

Pero hay una excepción. Ella. Crecieron juntos y van madurando juntos. Su extraordinaria forma de ser es esa fuerza. Su risa y su caminar hacen su mente bailar de alegría. Su mirada comprensiva y sus palabras de aliento evaporan sus dificultades.

Desgraciadamente éstas se vuelven a condensar, quedan atrapadas en su atmósfera. Si tan sólo se quedaran allá arriba porque ella estuviera aquí abajo. Siempre.

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