Ir al contenido principal

Novena entrada

Esa sensación nerviosa está presente. Es común tenerla por aquí pero nunca costumbre, rutinaria o aburrida. Mis brazos me pesan más de lo normal y mis manos realizan movimientos torpes. Mis piernas son más ligeras y mis pies se enredan entre ellos como audífonos dentro de mi bolsillo.
Sé que estás cerca y me siento tonto, débil, vulnerable. Mientras te espero me concentro en ese momento en que me haces falta para que lo aplastes con tu presencia en unos minutos. Te necesito y lo siento recorrer mis entrañas, mi mente, mis sentimientos. Me repito que falta poco al mismo tiempo que mi mirada se pierde viendo, no observando, mis oídos divagan oyendo, no escuchando, mi olfato se tapa, no oliendo, mi boca se seca deshidratada, sin tus labios, mi tacto congelado se anima a sí mismo, está solo.

Cuando parece que pierdo toda esperanza y resignado camino lentamente a donde ya voy tarde, apareces. Sonrío y corro para alcanzarte. Si mis latidos fueran examinados en ese momento tal vez no me dejarían ir por miedo a que me explote el corazón de la emoción en cualquier momento. 
"Hola." Me atrevo a decir. Sólo eso puedo decir. Mis pensamientos se amontonan queriendo salir al mismo tiempo atropellándose entre ellos para que no salgan más palabras de mi boca que ese saludo. Qué vulgar me parezco. Imbécil me siento al quedarme sonriendo estúpidamente y contemplándote al mismo tiempo.

Me acerco para darte un pequeño beso, de esos que curan machucones y nunca son demasiados, en tus finos labios transmitiéndote cuánto te extrañé hasta ese momento. Es breve lo que permanece congelado el tiempo entre los dos pero lo disfruto. Nos tenemos que separar por unas horas, mas ahora que nos encontramos de nuevo estamos más fuertes y radiantes. 

Comentarios