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Divagación 21:44

Hundiéndome en el cemento tengo a la vista el manzano. O lo que era de éste porque estalla. Qué carajo. Los árboles no hacen eso.

Un dedo gigante sale de entre las nubes y me pica la espalda. Al ser tan grande está por hacer que mi cara se embarre en el suelo. Estúpido dedo, quítate de encima. Como apareció se larga a chingar a otro lado, quizá a su madre.

Dejo de descender y estoy atrapado hasta las rodillas. Si me viera desde los pisos superiores del edificio que tengo enfrente creería que soy un enano. Aunque quién dice que no lo fui desde siempre.

De repente me comienza a crecer la barba, y me sentiría entusiasmado, porque un día espero peinarla y trenzarla, de no ser por la rapidez de su crecimiento, que parece agua resbalando por una ventana cubriendo todo el espacio posible. Eso es, la barba me envuelve y abraza. Me da miedo y quiero deshacerme de ella. Antes de que pueda hacer algo para quitármela deja de moverse.

Soy un enano barbudo.

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