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Sexta entrada

Ventana enmohecida

Despierto y no sé dónde me encuentro. Tampoco sé cómo llegué aquí. Lo último que recuerdo es... en vano, ninguna imagen viene a mi mente. Evalúo el lugar, está desprovisto de muebles y color, no es más grande que la habitación donde solía pasar mis tardes vacías.

De alguna manera el lugar me trae cierta tranquilidad. Ya no recuerdo nada, me tiene sin cuidado lo que podría pasar en mi ausencia. Tal vez en algún lugar alguien añora mi compañía, contempla una silla imaginando mi presencia, mira sin mirar porque me invoca con la mente. O no.

Una fuerza incontrolable que me es familiar obliga a mis piernas a posarse sobre mis hombros, oprime mi cuerpo forzándolo a ocupar el menor volumen posible, volverse más insignificante de lo que ya es.

Levanto la vista y me sobresalto  al darme cuenta que no hay puerta. "¡No hay puerta!" exclamo para mis adentros. Me invade una duda enorme de cómo carajo llegué a este lugar. Creo encontrar la respuesta pero parece imposible. Veo una pequeña ventana, me pongo de pie y el alféizar rebasa mi frente en altura. No tengo ánimo suficiente para brincar pero me quedo ahí parado.

La única fuente de luz proviene de lo que se filtra por el hueco de la ventana. Presto atención a cualquier detalle de ésta y sólo encuentro que está muy sucia, el moho cubre los lados y se acerca al centro. También debo decir que la ventana es de esas que tienen la bisagra en la parte superior y que se encuentra abierta. Por eso quedo cautivado, podría ver qué había afuera. Desgraciadamente estaba tan sucia que no lograba reflejar cosa alguna. Decepción.

El haz de luz que entra es tibio, mis pasos no perturban el silencio, mi respiración menos. No respiro. Descubro que hay un dispositivo en mi pecho y me aterrorizo. No me había percatado de él y ahora parece que controla mis pulmones.

Dolor, no hay otra forma de decirlo. Penetrante y profundo se adueña de mi tórax mientras es desgarrado y separado en dos. Puedo ver mis órganos cubiertos de sangre mientras se aferran a continuar sus funciones. Son más pequeños de lo que creía y tienen colores consistentes.

Me desmayo justo cuando el aparato comienza a picarme con sus patas metálicas mientras se acerca a mi cara.

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